Escrito y fotografía por: Álvaro Salgado Carranza Somos el anhelo de algo que desconocemos. Somos la mirada curiosa que otea ese horizonte conciso y desconcertante que se llama mañana. Somos las historias que nos contamos a nosotros mismos, los recuerdos que entretejen nuestra memoria y que la hacen mía, propia, personal, y al mismo tiempo nuestra, compartida, común. La historia del hombre es la historia de cada hombre, y nuestro presente se levanta sobre el pasado obtuso que susurra en el oído una esperanza de futuro.
Somos nostalgia. Somos el corazón roto y henchido de dolor y de amor al recordar los brazos de una madre que nos acuna en su seno; somos el aliento que respiramos cuando nos cogemos de la mano de nuestro padre, el mismo que cada mañana nos acompañaba a nuestro destino; somos cada persona que cruza nuestro pensamiento cuando nos sobreviene el perfume, el sabor, el lugar, la música, el calor de un cuerpo junto al mío. Somos la ausencia que nos embarga cuando recordamos aquel parque en el que nos hicimos niños. Somos la flecha que atraviesa el pecho cuando evocamos el olor de aquella clase en la que nos convertimos en proyectos. Somos el grito de socorro de una adultez que nos arrebata los recuerdos de aquel patio de castaños en el que entrelacé mis labios con los suyos. La nostalgia es el sobrenombre de la pérdida y del dolor, tres hermanos que tejen nuestro futuro y cortan con decisión nuestro hilo. Y este año se erige en el año de la nostalgia, de todo lo que pudimos ser y no fuimos. De lo que se quedó en el camino. De las promesas que se perdieron en el aire. De los sueños que perdieron sus alas y de las personas que enterraron las suyas. Y, sin embargo. Sin embargo, hay una nostalgia que me hunde el pecho en el conocimiento de que soy feliz en ella. Una nostalgia que no nace del dolor, que no nace de la oscura y sombría caverna de la soledad. Que baila con ella. Que me llena no de amargura y de resentimiento hacia la injusticia de una vida destinada a la corrupción de nuestra pureza original, sino que la salva. Que nos salva. Que nos encumbra. Que hace de mi temporalidad, de mi momentánea existencia en este mismo instante, de la suerte de mi presencia actual, de la casualidad, una relación de salvación. Un destello fugaz. Eso es la historia de cada hombre, y cada hombre en la historia de cada cual. Un cruce de miradas. Un enamorarse locamente del extraño que se cruza con nosotros en el metro y en cuyos ojos intuimos el relato que podría ser de ambos, que podría ser nuestro relato, que podría resumirse en un fuimos y en un seremos que en verdad corresponden a lo mismo, porque ambos catalogan ese somos que se desvanece inmediatamente con la entrada del vagón a nuestro campo de visión. Puntos de fuga. Lugares en donde el espacio y la vista dan fin a lo que podemos conocer. Nuestro movimiento hace que el punto de fuga se aleje, desvelando todo lo que permanecía oculto en un principio. La nostalgia es una revelación. Somos la nostalgia de lo desconocido y sólo intuido. Somos la ilusión que nos inunda cada vez que imaginamos el encuentro aún no acontecido, esos brazos que nos rodean, ese beso que nos cambia el mundo, ese brindar por hoy y siempre con aquellos que aún ni siquiera conocemos. Ese sentirnos en casa en el lugar que aún no califica ni de hogar, pero que resuena en nuestra alma con el sonido de mil tambores de bienvenida y nunca te vayas, y la extraña sensación de que queremos más a alguien cuando lo tenemos lejos y su ausencia es una presencia perenne de quién era. De quiénes éramos. De quienes seguimos siendo. Somos ese conocimiento desconcertante pero certero y cierto y acertado de que el hombre es una cuerda floja entre el miedo y la esperanza y siempre caemos del lado del bien más preciado que tuvieron los hombres. Pandora no nos condenó. Nos dio la vida y con ella una historia repleta de maldad y crueldad y gris y colores tenues. Pero ante todo somos el clímax de la historia, la catarsis en la que el hombre se torna hombre y culmina su historia y lo colma todo de color y de brillantez y de felicidad y de esperanza. De ilusión. De amor. De recuerdo. De memoria. De historia. De nostalgia.
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