Fotografía: Victoria Alonso Almécija El pasado 22 de octubre tuvo lugar el primer café-tertulia de Punto de Encuentro en la Carlos III sobre el amor. ¡Cuánto tiempo soñando con este momento! "¿Y cómo fue?", nos preguntabais aquellos que no pudisteis estar con nosotras. La conversación fue de lo más enriquecedora, disfrutamos muchísimo de esa hora que compartimos y, por lo que nos dijisteis aquellos que estuvisteis, también disfrutasteis del café y queréis repetir. ¿Acaso podemos querer algo más? Primero tuvo lugar la intervención de nuestra tertuliana Beatriz Muñoz, facilitadora de formación a docentes y familias en Montessori y disciplina positiva. En su aniversario de diez años de matrimonio compartió un texto (podéis encontrarlo aquí: https://buff.ly/337XE7D) que nos encantó. Habla de un amor que elige al otro cada día, que supera los desencantos, que es belleza. ¿Quién mejor que ella para abrir el café? Así en su intervención inicial de diez minutos nos explicó qué era el amor para ella. Definió el amor como la fuerza más potente y destacó su capacidad para trascender el espacio y el tiempo, mencionando que incluso queremos a personas que todavía no hemos conocido y a personas que ya no están. Y una vez queremos, somos transformados para siempre: si dos sistemas interactúan uno con el otro durante un tiempo y luego se separan, los podemos describir como dos sistemas separados, pero de alguna manera sutil están convertidos en un solo sistema. Aunque se separen y estén a millones de kilómetros de distancia o a años luz se siguen influyendo entre ellos (ecuación de Dirac). También nos dijo que hubo un momento antes del comienzo de la Historia en el que todos éramos lo mismo y el amor nos conecta con ese origen nuestro, con la unidad. En base a su experiencia, explicó el amor no solo como un sentimiento sino como un ejercicio continuo , como una tarea, un trabajo, un compromiso. y destacó su carácter incondicional, añadiendo que esto lo experimentaba fundamentalmente con sus hijos, incluso antes de conocerlos. Aún así, tenía que recordárselo para quererlos pase lo que pase, líen la que líen. Por último, nos habló de la importancia de querer al otro en libertad, queriendo al otro como es. A raíz de la intervención de Beatriz, comenzamos reflexionando sobre el amor incondicional. Yo quiero ser querida incondicionalmente, haga lo que haga, y quiero querer así... Pero pongo tantas condiciones al amor: te quiero si eres así, o haces tal. ¿Hay que poner condiciones al amor? ¿Cómo amar incondicionalmente? Hablamos también de las fases del amor: ¿cómo distingo -cuando hay menos sentimiento- si he entrado en una fase del amor más madura o si, por el contrario, se ha acabado el amor? ¿Qué utilizar como instrumento de medición? ¿Razón o sentimiento? ¿Experiencias pasadas? ¿Pero acaso el amor se puede comparar? ¿No somos únicos? Posteriormente, nos preguntamos: ¿qué tiene el amor de pareja que hace que merezca la pena permanecer en él? ¿O llega un punto en el que es simple compromiso? ¿Le elegimos por lo que hemos construido juntos, por la seguridad, el compromiso, la rutina,... o es posible seguir eligiendo al otro para siempre por amor? ¡Queremos pensar que sí! Quizás nos olvidamos que el otro es alguien a quien nunca acabamos de conocer por completo, con quien siempre vamos a tener algo nuevo que vivir, de quien siempre vamos a tener algo que descubrir y de lo que enamorarnos. ¿No deseamos ser amados para siempre? ¡Amados! ¡Elegidos! Salieron también las preguntas sobre la posibilidad de amar a varias personas a la vez y sus dificultades prácticas: ¿Y si tienes pareja y te enamoras de otra persona, significa que no quieres lo suficiente a tu pareja? ¿es posible el poliamor? ¿es posible querer a dos personas al mismo nivel? ¿no priorizamos siempre a una persona? Y aún más: ¿no queremos ser priorizados? ¿no queremos ser elegidos primero? ¿qué nos pide el corazón? Por último, destacamos la importancia de saber estar sin pareja para poder querer bien y de sanar las heridas propias. ¿Cómo voy a querer bien al otro con unas inseguridades tan grandes? Si las inseguridades me encierran en mi misma, me impiden quererle en libertad... Pero a la vez, recordamos que no vamos a poder llegar a ser perfectos, sin heridas, con corazones intactos. Somos seres sociales y hay un amor que no podemos descubrir solo por nosotros mismos, necesitamos al otro. ¿No son los otros los que con su amor curan mis heridas? ¿Entonces? Por último, nos hemos preguntado si las relaciones deben tener vocación de ser para siempre o no, si la ruptura es o no un fracaso. ¿Para siempre? ¿Es posible? ¿Qué hacer con el desamor?
Gracias, Beatriz. Gracias, amigos y familia que hicisteis posible el café-tertulia. Gracias a todas las personas que os acercasteis y compartisteis vuestra experiencia enriqueciéndonos con ella a todos y ayudándonos a profundizar y encontrarnos. ¡Nos vemos en el siguiente!
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