Fotografía y escrito por Teresa García de Santos El salón de mi casa es precioso. Tiene una de las mejores vistas de Madrid, dos cuadros pintados por mi madre y una biblioteca con cientos y cientos de libros ordenados cuidadosa y alfabéticamente por mi padre. Y sin embargo, yo querría hablaros de un pequeño rincón compuesto por cuatro enchufes, dispuestos dos arriba y dos abajo. Nunca había reparado en ellos hasta este año. ¿Y qué tienen de especial? Que ahí - en esos cuatro enchufes - nos jugamos el amor. Lo más cómodo es apropiarse del enchufe más alto y más cercano. Es el que yo siempre cogía. Hasta que vi a papá. Se agachaba un poco más para dejar, precisamente, ése libre. Aluciné. Papá aprovechaba hasta un insignificante enchufe para amar. Qué locura de corazón. Que locura que sea mi padre.
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