Jesús Montiel: «Si uno abraza lo imprevisible, si se abandona, encuentra el verdadero descanso»26/3/2020 Soñábamos desde hace tiempo con esta entrevista. Quizás desde septiembre, cuando leímos - y releímos - Sucederá la flor (Pre-Textos, 2018). O quizás fueron unos meses más tarde, cuando - en el café-tertulia de la libertad - no dudamos en regalarle a nuestro querido Pablo el mencionado libro. O quizás ha sido ahora, metidas de lleno en la cuarentena y habiendo degustado cada página de Casa de tinta (Hiperión, 2019). O quizás se remonta al principio, cuando Punto de Encuentro sólo era un deseo compartido por dos corazones. En cualquier caso, las palabras de Jesús llegan en el momento perfecto. Con ellas nos invita al abrazo ante lo imprevisible que acontece cada día, al perdón que permite renacer, al amor extraordinario que reside en lo cotidiano, al sufrimiento que renueva la mirada. Gracias querido Jesús por la delicadeza, la humildad y la reverencia con la que te aproximas a la realidad. Gracias por abrazarla por entero. Y gracias, especialmente, por ponerlo en palabras y compartirlo con nosotras y todos los que hacemos Punto de Encuentro. Parten de una premisa errónea, no obstante: que todo ocurre según planeamos. Errónea porque todos los días de nuestra vida sucede el caos. (Casa de tinta, 2019) En cambio, a mi, me sale de forma natural planear, vivir en el mañana y organizar mi vida entera. ¿Cómo cambiar esta manía? ¿Cómo educar mi corazón para el presente? Nadie está libre de esa enfermedad que consiste en hacer planes. Es algo genético. A mí me pasa, claro. Educar el corazón para que mire lo que está sucediendo y no se distraiga con el futuro requiere disciplina, pero también la gracia. No basta con un voluntarismo ni prácticas escapistas. El ahora, lo que llamamos presente, solo se ocupa cuando amamos. Amamos de verdad cuando estamos tan ocupados con el otro que se nos olvida nuestro ombligo. Amar, en este sentido, es el mejor budismo. Cuando amamos, la sensación es la de que el tiempo deja de ser una losa porque cobra sentido. Caemos en la cuenta de que el tiempo solo tiene razón de ser como nido del amor, de este amor que incluye el abandono. Hay que rendirse al comenzar cada día. Abrir los ojos y decir: sé que este día no será como yo planeo, que la vida me ganará y que será mucho mejor que mis ideas. Llegar a la noche diciendo amén a todo lo que nos ha sucedido. No programa sus días. Sencillamente vive sin el paraguas del mañana. (Casa de tinta, 2019) Siguiendo con la pregunta anterior, estos días hablaba con mi hermana pequeña sobre nuestra incapacidad para controlar el futuro y el miedo que esto nos provocaba. ¿Cómo vivir en paz sin seguridades, sin programar los días? Abandonándonos, insisto. Estos días de pandemia, por ejemplo, uno puede vivirlos como un castigo o como una catástrofe. Si los comparamos con los días que habíamos programado, sufriremos porque se nos han restado libertades, porque la realidad no rima con nuestros deseos. O bien podemos rendirnos. Uno entonces puede descubrir en casa el misterio del otro. Sufrimientos que ignorábamos en un hijo. Los tesoros de cada ventana de la casa: un árbol, la nube, la vida de un vecino, las frases de la luz en las fachadas. No había un hueco en nuestras agendas para lo imprevisible, que es lo característico del día, su manera de amarnos. (Casa de tinta, 2019) ¿Qué quieres decir con ello? ¿Su manera de amarnos? Vivimos agotados por resistirnos a lo que cada día trae consigo. Creamos una tensión inútil porque oponemos a la vida nuestros proyectos. Intentamos amaestrar la vida, y eso acaba siendo agotador. Con lo imprevisible quiero decir la crisis, aquello que nos ayuda a rendirnos. La crisis como una piedra que hace añicos el cristal esmerilado de nuestros propósitos. Cuando se rompe, uno ve lo que hay detrás, la realidad. La crisis nos permite mirar lo que hay más allá de nosotros. De este modo el sufrimiento, finalmente, se revela como una ayuda. Es un desfibrilador. La voz de la madre, cuando viene a sacarnos de una pesadilla. Si uno abraza lo imprevisible, si se abandona, encuentra el verdadero descanso. La obediencia del árbol debajo de la tormenta es un libro de instrucciones. La realidad, lo cotidiano, es suficientemente milagroso (1) Es una frase que me acompaña desde que la leí. La recuerdo con mucha frecuencia y me ayuda a afinar la mirada, ahora especialmente. ¿Cómo caíste en la cuenta? ¿Qué te hizo descubrir el milagro? Ha sido un descubrimiento gradual. La soledad, sobre todo, me ha mostrado este secreto: que fregar los platos, poner la lavadora, cerrar el libro que me gusta y atender a un hijo son los actos más heroicos, los más valientes. Lo extraordinario es un amor así, que anida en lo diario, discreto. Cuando uno no solamente vive, sino que es, todo se trasmuta en maravilla. Ve las ruinas del paraíso aquí, ahora, en este mundo que pasará por el fuego. Lo que ocurre es suficiente, lo que pasa es que vivimos con los ojos vendados. Sin percepción. Esperamos un milagro porque vivimos ciegos, sencillamente. La muerte es necesaria. (Memoria del pájaro, 2016) Es el título de uno de tus poemas y me resulta inquietante. ¿Por qué la necesitamos? No lo sé. No puedo darte una explicación científica, racional, de por qué la muerte es necesaria. La muerte es un misterio, y los misterios no se explican. Uno se arrodilla ante ellos. Se postra. Esa afirmación nace de una experiencia. Yo crezco gracias a la muerte de cada día. Sé que día a día, cuando muero a mí mismo, cuando acepto una humillación o dejo de preferirme para mirar a quien está a mi lado, encuentro la vida. Estas pequeñas muertes, las diarias, se revelan como una puerta de acceso a la verdadera vida. Me rescatan de mí. Son, así lo experimento, anticipos de algo más grande que vendrá. Pero si el mundo sigue en pie es porque aún el mal no lo ha engullido. De hecho, el mal no es la noticia. (2) ¿Por qué, en cambio, venden tanto las malas noticias? ¿Por qué es más sencillo utilizar la palabra para criticar que para agradecer, para juzgar que para piropear? El mal nos llama la atención porque en el fondo, pienso, tenemos un recuerdo del paraíso. La política, el arte, el conocimiento, todo avanza y progresa por un anhelo del paraíso, por ese deseo de ver un mundo más justo, menos cruel, donde el mal empequeñezca. Sentimos que el mundo debiera ser de otra manera, tener un rostro más amable. Nuestra sed de justicia, de solidaridad, de compasión, es la garantía de que el mal no forma parte de nosotros. George Steiner lo llamó nostalgia de lo absoluto. Yo creo que si el mal triunfa en los telediarios es, en el fondo, porque nos escandaliza, porque no soportamos que el mundo sea así. Señalarlo es una manera de decir: mirad qué mancha tiene la existencia. Mirad qué averiado está el mundo. Cada uno con su repertorio de manías, pero absolviéndonos con la disculpa, descorriendo con el perdón la piedra de lo ya sucedido. (Sucederá la flor, 2018) En verano me sorprendió enormemente la capacidad de mis padres para perdonarse, la rapidez con la que lo hacían. ¿El perdón se entrena? ¿Qué te enseña el ser perdonado? A veces creo que la vida está para experimentar el perdón. Pedir perdón es fácil. Lo difícil es perdonarnos, abrazar eso que no aceptamos de nosotros mismos. Ser perdonado ahí, hasta ese extremo, es conocer la sustancia del amor. El perdón total es la radiografía de Dios. Su verdadero rostro. Ser perdonado es el auténtico nacimiento. Los vecinos siguen viéndonos, nos saludamos, creen que seguimos siendo sus vecinos, pero ahora tenemos otro domicilio, lejano, una casa dentro de nosotros con habitaciones que sólo puede abrir la llave de sufrimiento. (Sucederá la flor, 2018) ¿El sufrimiento nos aleja o nos une? ¿Cómo nos cambia la vida? ¿A dónde nos lleva? El sufrimiento nos lleva al corazón de Dios. Es una puerta estrecha, desagradable, llena de barro. Pero al otro lado hay un palacio. Salones gigantes. Al otro lado del sufrimiento está lo que buscamos huyendo del sufrimiento. El descanso no está en sortear las cruces; la cruz es el verdadero descanso. (3) ¿Qué quiere decir con ello? ¿Cómo puede un sufrimiento, una preocupación, una cruz convertirse en descanso?
Vuelvo a lo mismo. Se trata de una experiencia personal. La mía. Sufrir me ha hecho bien. Ha sido bueno. No quiero decir que se tenga que buscar el sufrimiento. Digo que abrazar el sufrimiento me ha dado a luz.
6 Comentarios
GARCIA AMARAL RAQUEL
7/4/2020 07:29:14 pm
Maravilloso
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Javier Martínez
8/4/2020 10:40:06 pm
Gracias, Jesús. Gracias. Leerte es un bien, un bien muy grande. Más de lo que te imaginas.
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Mayte
10/4/2020 11:18:55 am
Gracias!!
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AFF
15/10/2020 03:00:30 pm
Increíble igual que “sucederá la flor”
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Paulina
24/12/2020 02:42:22 am
Extraordinario.
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