Escrito por Mónica Gómez Villegas Fotografía: Robert Doisneau La mayor parte de las veces, la velocidad a la que gira el mundo nos atropella y nos embiste con fuerza. La mayor parte de las veces, somos incapaces de permanecer estables en un momento concreto.
Estamos aquí pero desearíamos estar allí. Si pudiéramos congelar el tiempo en esos momentos que nos hacen sentir despiertos, plenamente conscientes de nosotros mismos y de nuestra realidad -que hacen que un suspiro merezca la pena- nos convertirían en más capaces y más autoconscientes de nuestra propia realidad. O, simplemente, parar el tiempo para disfrutar de esa risa que nos hace volar, de ese abrazo que te aprieta el alma, de ese instante que es el resumen perfecto de lo que puede llamarse felicidad. No hacemos otra cosa que buscar el lugar donde quedarnos para simpre. Pero ese lugar no existe. Son los momentos que lo llenan lo que merece la pena. Los pequeños momentos, los pequeños detalles... Lo que satisface.
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