María Hidalgo Múgica trabaja desarrollando el potencial de las personas, formando y facilitando procesos en empresas y organizaciones, basándose en cuatro pilares esenciales: la Ontología del Lenguaje, la Atención Plena, la Inteligencia Emocional y el Proceso Corporal Integrativo. Tiene una trayectoria profesional de lo más diversa, pero todavía es mucho más interesante lo que María es: su sabiduría y humildad, su escucha presente y alegría. La conocimos porque es mi coach en el programa Factoría de Talento y ha sido todo un descubrimiento. Con María aprendo a confiar en mí, a mostrarme y estar en paz con lo que soy. Gracias a María creo que aquel que busca de verdad, acaba encontrando. Por ello le estoy tremendamente agradecida y queríamos que la pudierais conocer mínimamente a través de esta entrevista. En ella nos comparte su experiencia sobre cómo habitar el caos, nos habla del lujo de estar presentes en el tiempo, nos invita a abrir el corazón a la imperfección y querer lo que somos, reflexiona sobre la difícil tarea de escuchar verdaderamente, y nos cuenta cómo mira la muerte desde lo pequeño y habitual. Esperamos que lo disfrutéis y que os ayude como a nosotras. ¿Cómo vivir el desconocimiento, la falta de claridad, el caos de la vida? Empezamos bien, directas al meollo. ¡Buena pregunta! Mi experiencia de vida me ha ido mostrando que todo cambia todo el tiempo. Impermanencia que le llama el budismo. Pero… muchas personas creemos que tenemos el control, que nuestros planes se cumplirán. Cuando, en realidad, estamos en manos de la vida. Como nos ha demostrado la crisis de la Covid- 19, en cualquier momento puede pasar de todo. He ido aprendiendo, y sigo en ello, a confiar en que la vida siempre trae para mí lo que necesito, aunque en el momento no lo entienda. Ahí es cuando se disuelve el concepto de caos como algo negativo. Poco a poco voy consiguiendo que la falta de claridad de lo que ocurre fuera me vaya afectando cada vez menos, ya que internamente confío y sé qué es lo importante para mí. Y cuando veo que mi mente se me empieza a ir de las manos, paro, respiro, siento y vuelvo a confiar. Escribes en tu artículo Corre, corre, corre... que has descubierto que puedes ir más rápido de lo que pediría tu cuerpo pero a la vez sin tensión, ¿a qué te refieres? Necesitamos la tensión para vivir. ¡Si no no nos levantaríamos de la cama! Los músculos necesitan pasar de la relajación a la tensión en ese gesto cotidiano de levantarnos. En los tiempos que nos ha tocado vamos más rápido que nunca en la historia de la humanidad. La tecnología ha acelerado tanto nuestra vida que en cada cosa que hacemos estamos pensando en la siguiente, El pensamiento se adelanta y, por lo menos a mi me pasa, mete prisa para acabar esto cuanto antes y pasar a lo siguiente. Esto me genera mucha tensión, porque no estoy en lo que estoy, sino en lo que estaré. He descubierto que puedo hacer algo rápido sin el exceso de tensión de querer hacer lo siguiente, simplemente estando presente en lo que estoy en ese momento. Una cosa es la sensación de rapidez, llena de tensión, y otra es el tiempo real que le dedico a algo. Escribe Jesús Montiel en su artículo Perdamos el tiempo: Igual que una habitación descubre sus dimensiones tras despejarla de muebles, el tiempo, si nos dedicamos a no hacer nada, se revela suficiente. Aunque se sabe la manera de multiplicarlo, está en peligro de extinción. El verdadero tiempo. El único requisito es no hacer nada, algo más difícil que hacer muchas cosas. Dicho con otras palabras, la calidad aparece cuando se aparta la cantidad, una vez restamos. Si esa tarde me hubiera dedicado a mis cosas, la sensación habría sido la de la falta de tiempo. Me habría acostado con un corazón más duro, sin saber que más allá del propio ombligo, todos los días, ocurre el génesis. ¿Cuánto tiempo está bien perder?, ¿qué es y qué no es “perder el tiempo”? Quizás lo que hay que revisar es la idea de “perder” el tiempo, tremendamente productivista. Nuestra vida es mucho más que producir, invertir, aprovechar, gestionar… conceptos que se asocian mucho al tiempo. En todo momento somos y esa es la riqueza, el lujo de ser en el tiempo. Porque un día se acabará, dejaremos de ser. Así que si tuviera que decir cúal es el tiempo más valioso para mí diría que es el tiempo en el que soy consciente de estar viviendo. Este tiempo puede ser trabajando, estando con mi gente, estando en la naturaleza, abrazando a alguien, escuchando música… No es lo que hago, sino el hecho de ser consciente de que estoy viviendo y que algún día no viviré. Queremos al otro imperfectamente y, de la misma manera, somos imperfectamente queridos. Y ambas limitaciones nos duelen. ¿Cómo vivir con ello? Me sale contestar a esta pregunta con otra pregunta: ¿Qué es querer imperfectamente? Querer a alguien no significa que te guste todo de esa persona. Si me remito a cómo me quiero yo, hay cosas de mí que no me gustan y, aún así, me quiero (estoy en proceso). Mi tarea es aceptar que hay aspectos que no me gustan y aceptarlo. Querer mi lado oscuro también, aunque no me guste. Pasa lo mismo con los demás. Nos exigimos algo imposible cuando pretendemos querer sin comprender que somos personas imperfectas, con luz y sombra. Abrir el corazón a la imperfección a mi me ha ayudado a rebajar expectativas sobre cómo querer y que me quieran. A simplemente querer con humildad. La calidad de nuestra escucha es, en general, bastante deficiente. Como escribes en tu blog, la empatía es una actitud difícil que mucho pensamos tener y no tenemos. ¿Cómo escuchar al otro? ¿Cómo acompañar verdaderamente en el sentimiento? Para mi escuchar de verdad al otro significa estar abierta y dispuesta a que el otro pueda influir en mi. Significa estar en lo que esa persona me cuenta, no en mi interpretación de lo que me cuenta ni en mi respuesta. Acompañar en el sentimiento es acoger lo que la otra persona siente, desde el respeto, aunque me resulte incómodo. Conectando con lo que siente, sin pretender aleccionar, aconsejar, responder, explicar, justificar… Sólo con estar presente, acoger y mostrar apoyo con la mirada, con el gesto, con el silencio. Una vez hecho esto puedo preguntar “¿qué necesitas de mi?” y ahí se abrirán posibilidades para acompañar en el sentimiento como la otra persona quiera, no como yo quiero acompañar. ¿Qué es lo que más temes? ¿Cómo vives ese miedo? ¿Que es para ti ser libre? Con el paso del tiempo he vivido muchas experiencias a las que les tenía miedo, mucho miedo. No es que no hayan sido para tanto, sino que el miedo a veces me las pintó demasiado catastróficas. Aprendo cada día a escuchar al miedo, veo de qué me avisa, vivo con él. Cuando se intensifica, como, por ejemplo, si pienso en que la agresividad y la ira desbocada se propaguen por el mundo de manera descontrolada, respiro y me anclo al presente, donde eso no sucede. Dirijo mi mente al aquí y ahora. Ser libre es una conquista interna. De nuevo, desde mi punto de vista, tiene que ver con querer lo que soy, permitirme ser quien soy, haga lo que haga, esté donde esté . ¿Qué nos enseña la muerte? ¿Cómo te enfrentas a ella? Un tópico, pero nos enseña la vida, que cada día es precioso. Me imagino que en esos momentos finales revisamos nuestra vida y concluimos si hemos vivido en coherencia o no, en amor o no, en presencia o no. Miro la muerte de manera recurrente. Siento las pequeñas muertes de cada día, cada época de mi vida. Así, desde lo pequeño y habitual es como la encaro. De vez en cuando pienso “si me muriera ahora, ¿qué sentiría, qué pensaría?” ¿Cómo te apetece terminar esta entrevista? Con liviandad, sentido del humor, arte, placer, disfrute y con un brindis por todas las personas que queremos crecer.
1 Comentario
José
29/5/2020 08:45:18 pm
María, es un ejemplo de vida, de libertad y de respeto
Responder
Deja una respuesta. |
Categorías
Todo
|