Pablo Burgué es consultor de recursos humanos en Dynamis Consultores. Conocimos a Pablo por ser el director del programa para jóvenes Factoría de Talento que pronto comienza su octava edición, y gracias a él hemos podido entrevistar a María Hidalgo y Margarita Álvarez. No solo eso: Pablo nos sigue, comparte y apoya constantemente. Es un impulsor de personas nato, apasionado de la juventud, la educación y el desarrollo. Hemos tenido el placer de descubrirle un poco más a través de esta entrevista. Gracias, Pablo, por tu increíble acogida, generosa apertura y profunda alegría. Esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotras. Dices que todos tenemos momentos estelares de nuestra historia que nos hacen especialmente. ¿Cuáles consideras que son tus momentos estelares? Pienso en tres momentos que me han cambiado, transformado, que han sido auténticas revoluciones. El primer gran punto de inflexión fue en séptimo de EGB. Yo era un alumno ejemplar en todo menos en gimnasia y me daba pavor el salto de potros. El profesor de gimnasia me cogió cariño y un día cerró el pabellón y me dijo: "usted de aquí no sale hasta que salte todos esos potros". Y lo hice. Si yo podía saltar los potros, podía lograr las cosas que me propusiera. Fue ver que dentro tengo lo necesario para poder superar mis miedos. Otro punto de inflexión fue la entrada en AIESEC porque supuso conocer lo que hay fuera de ser solo “un niño bueno”. Tuve la oportunidad de conocer la vida de la universidad mucho más allá de las clases. Hay cosas que uno aprende para las que tiene que ser un poco niño “malo” en el buen sentido de la palabra. Y tercero, crear Factoría de Talento. Entonces tuve la sensación de encontrarme cogiendo las riendas de mi vida y haciendo lo que quería hacer, diseñado por mí y no por otros que me invitan a que me suba. Lo verdaderamente importante en la vida es sentir a lo grande ¿A qué te refieres? Vivir es experimentar todo aquello que te lleva a alegrarte, entristecerte, sorprenderte. También el miedo, un disgusto... no puedes elegir vivir sintiendo solo lo “bueno”. No busco el miedo o la tristeza, sé que forman parte del juego si quiero vivir sintiendo. Si juegas tienes que estar dispuesto a ganar o perder. Me pongo contento cuando estoy triste y pienso que estoy vivo. No me encuentro bien estando triste o enfadado pero le doy un sentido, entonces me pongo contento. No sé si es pasión lo que siento, pero esa apertura para que puedan entrar experiencias, que pueden ser muy pequeñas, lo vinculo con algo que otros podrían llamar quizás pasión. Puedes obviar tus sombras pero no puedes acabar con ellas porque es el mismo sol que da la vida la que las provoca. No hay paz si no hay inquietud. ¿Por qué? Sentir de verdad la tranquilidad, estar a gusto con uno mismo respondiendo a lo que uno es, implica meterse en jaleos, tener dudas, miedos, trabajar, estudiar, sufrir. La paz, el sentirte bien contigo, es la otra cara de la misma moneda que te genera tantas inquietudes y quebraderos de cabeza. En mi experiencia, decidir tomar las riendas me ha quitado más sueño. Cuando no tenía tanta inquietud tampoco tenía tanta paz. Con Factoría ha habido más sustos, más disgustos, pero también más momentos de pelos de punta, de decirme "bien hecho". La complejidad te lleva a la satisfacción. Creo que para que la vida te ponga los pelos de punta hay que jugársela un poquito. La libertado sólo puede entregarse por amor ¿Qué te sugiere? En mi experiencia, a veces he tenido que renunciar a ser quien soy, y creo que si hay algo por lo que merece la pena dejar de ser quien uno es, es por amor. Cuando me enamoro me entrego, dejando de ser un poco yo para ser otro alguien con la persona a la que quiero. El amor implica que al otro lado hay alguien que tiene su propio ser, y para construir algo puede necesitar que tú dejes algo de lo que eres. Pero hay otra parte de mí que dice: ser tú mismo, el entregarte desde quien eres, está por encima. La libertad no debería entregarse por nada si implica renunciar a quien eres para que el otro esté bien. Seguramente hay gente que puede estar haciendo renuncias claras a quien es, por amor y tiene la sensación de seguir siendo libre, mientras otro haciendo esas mismas renuncias puede sentirse muy esclavo en base a la educación recibida y sus experiencias. Cuidado si el "amor" te lleva a que no se reconozca quién eres. No te busco porque sé que es imposible encontrarte así, buscándote (Pedro Salinas) ¿Qué te sugiere? Creo que hay un determinado tipo de emoción que uno busca y encuentra al buscar, como puede ser la emoción al ir a un parque de atracciones. Pero hay otro tipo de emociones que uno no encuentra porque las busque, la emoción le encuentra a uno. Por eso es importante tener actitud de apertura para que las emociones entren, estar receptivos a sentir aquello que no somos capaces de generar por nosotros mismos. Sabiendo que cuando uno está abierto también pueden entrar ladrones, vampiros de energía, tristes. Por ejemplo, mi madre, si pudiera, cerraría la puerta con guardia de seguridad, alarma... con esta forma de vivir creo que es complicado que determinado tipo de emoción te encuentre. Me maravilla la gente que siempre acoge, dispuesta a conocer algo nuevo, una persona nueva, una película o iniciativa desconocida. Ahí pueden producirse algo excepcional que no buscabas. Tomar las riendas de la propia vida y a la vez tener esta apertura es un equilibrio a veces inestable, hay más dudas y te equivocas. Ya tendré tiempo de no equivocarme cuando esté muerto. Si no me equivoco es porque no me muevo. Mi padre, que es mi héroe, estudió Filosofía. Al jubilarse pasó una época de crisis y al salir de ella empezó a escribir. Y alucino con lo que escribe. Decidimos que este verano tendríamos conversaciones sobre distintos temas y las grabaríamos. Han sido mágicas. He descubierto a mi padre de alguna manera. Una de las frases que me dijo y que se me ha quedado grabada es que los seres humanos tenemos la impresión de que necesitamos certezas, y lo que necesitamos son incertidumbres. Las certezas te acomodan, te paran, te asientan, mientras que las incertidumbres te invitan a hacerte preguntas, explorar, moverte. Y en el movimiento hay vida, en la certeza no la hay. Yo elijo esto, tomar las riendas y estar abierto, aunque me lleve a más dolores de cabeza o tristeza. No hay paz si no hay inquietud. Como cuerpo, cada hombre es uno; como alma, jamás (Herman Hesse) ¿En qué sentido se verifica en tu experiencia? Durante el confinamiento volví a leer El lobo estepario, que había leído en mi juventud pero no me había resonado. Y ahora más. El ser humano no tiene dos caras, tiene muchos roles a la vez y en cada uno de ellas soy distinto incluso posiblemente cosas contradictorias. ¿Es incoherencia? No lo sé, creo que forma parte de la naturaleza humana. Por ejemplo, yo me crié en un colegio católico y también estoy criando y educando a mis hijos en la fe católica. Pero yo tengo muchas dudas en relación con la fe y lo católico y eso no se lo cuento a mis hijos. Creo que es interesante que se hagan determinado tipo de preguntas y conozcan las respuestas que se dan en el contexto católico y tengo clarísimo que este empuje que hago tiene fecha de caducidad. Entonces entro en una cierta contradicción. No sé si soy una persona incoherente. Para mi es algo como lo que plantea Hesse en El lobo estepario, somos muchas cosas a la vez, y nos invita a reconciliarnos con nuestras incoherencias. Además, debido a mis vivencias mi mirada ha ido cambiando. Hay cosas en las que sigo siendo exactamente el mismo, en otras no. Depende de cuánto hayas explorado. Creer que hemos llegado. Ese es el problema. Creer que hemos llegado. ¿Dónde has llegado y a dónde crees que nunca llegas? Cada día que pasa tengo menos certezas. Me quedan dos: que si yo me muero mañana me muero tranquilo porque me he dejado muy poco en el tintero y estoy donde quiero estar, y que quiero morirme muy viejo y muy vital, no quiero jubilación. Cada vez busco menos las cimas, lugares a los que llegar, retos que conseguir, objetivos que alcanzar. Cada vez valoro más el navegar lo que venga con cada día. Con orientación. No me da igual a dónde voy, pero me preocupa menos que cómo de a gusto estoy navegando. Antes era muy crítico para mí llegar a un sitio, ahora lo es disfrutar de la navegación. Llegar a la meta se disfruta muchísimo, es una sensación que hay que vivir, pero esa emoción dura muy poco. El sentido del puerto, de la cima, ha perdido mucho peso para mí.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Categorías
Todo
|